Tras la fuga de Kim Philby a Moscú, su amigo más cercano en el Servicio Secreto británico, Nicholas Elliott, está siendo investigado.

La investigadora Lily Thomas es consciente de que Elliott no revelará nada de valor en un interrogatorio convencional, de modo que lo manipula.

Philby entiende que el KGB nunca podrá confiar plenamente en él ahora que está en Moscú y que, por lo que a ellos respecta, su vida como espía ha terminado.

Elliott hace sonar la alarma en la celda de Blunt para que entre en pánico y luego le sigue hasta una reunión clandestina en mitad de la noche.

Elliott y Lily sienten que no se puede confiar en nadie. Deben llegar hasta Blunt antes que nadie para interrogarle y confirmar sus sospechas.

Lily ha obligado a Elliot a recordar sobre Philby más de lo que probablemente hubiera querido. Meses después, Elliott recibe una carta de Philby en la que le pide una reunión en un bar del este de Berlín.