Diez sopladores de vidrio llegan al taller para crear piezas que destaquen su propio estilo, pero a gran escala. ¿Estarán listos para soplar bien alto?

Los artistas diseñan esculturas inspiradas en los sueños de futuro que tenían en su infancia, cuando eran niños que querían ser dobles de acción o botánicos.

Los sopladores se inspiran en maravillas naturales y trabajan en equipos para crear instalaciones que desafían la gravedad.

Dando rienda suelta a su lado oscuro, los participantes crean hongos mutantes, krakens aterradores y hasta ojos maléficos en un desafío que pone los vidrios de punta.

El taller se llena de gomitas, paletas y caramelos duros coloridos y supergigantes en este desafío inspirado en los dulces favoritos de los participantes.

Inspirados en ilustraciones infantiles, los artistas de vidrio soplado crean piezas únicas, como una serpiente con sombrero de copa y un robot que lanza fuego.

Afloran las emociones entre los concursantes que quedan cuando los jueces les piden crear piezas que tengan un significado profundo para ellos.

Los sopladores ponen a prueba su talento para crear dos piezas separadas: una que cuelgue y otra sobre un pedestal. ¿El desafío? Tienen que funcionar juntas.

La tensión se enciende en las semifinales mientras los artistas elaboran dos piezas de vidrio al estilo veneciano: una copa y un recipiente con mucho detalle.

En la ardiente final, los dos últimos participantes deben diseñar una instalación de vidrio original, cohesiva y envolvente. ¿Quién logrará dejar a los jueces boquiabiertos?